La mañana tiene kanto de turpial y Los sonidos son espirales que acompañan la dulzura de la orquidea

lunes, 14 de junio de 2010

DE LO QUE SE TRATAN LAS CARACOLAS:

Hablar de Caracolas en Kanto de Turpiales, es acercarse a los orígenes que nos envuelve en su mágico despertar, es volver la mirada de lo que fuimos y lo que somos para no dejar de ser, para plantear otra forma de hacer música tomando en cuenta el mundo sonoro que muchas veces desconocemos o simplemente no hemos escuchado ni entendido, es lograr llevar la interculturalidad hasta el entendimiento de los otros mundos que nos habitan, es el encuentro de los sonidos y de las sensibilidades en su más amplio esplendor.

También es el kanto de una caracola, una mirada de maíz a la tierra, una vuelta a los conceptos originarios de respeto a la maravillosa diversidad de vida, dando sus cantos, diasporandose en la semilla, en la metáfora, en el hacer hacia el despertar de los sentidos, en la necesidad de expresar los sentires y de comunicar aquello que nos hace ser venezolanos, latinoamericanos y abyayalanos.

Por eso la Caracola anda en Kanto de Turpiales, exaltando los valores culturales propios de nuestra tierra, en donde nos encontramos en nosotros mismos para fortalecer la identidad y la memoria colectiva, forma parte de otra posibilidad de vernos y de pensarnos, que permitan conocernos en los acervos y legados ancestrales y populares del pueblo.
Galaxias que se recrean a si mismas, energías que se expresan y se esparcen, haciendo posible la convivencia en diversidad de culturas, sin avasallarse unas a otras…Es el entendimiento de la interculturalidad y las ancestrales enseñanzas de la Aby Ayala.

Por eso los turpiales vuelan, kantan y bailan al ritmo de un joropo y la música de un arpa llanera, se divierte en un baile de tamunangue, improvisa en un oriental galerón, se recrea en un joropo tuyero, sones de tambor, mientras recorre la geografía musical de nuestra hermosa Venezuela, sus andes, sus sierras sus tepuyes, sus costas, sus ríos y mares, sus desiertos y montañas, el turpial, ícono de la venezolanidad, junto a la orquídea y el araguaney refundándonos en un arcoíris de cantos que nos besa el corazón de ternuras y nos deja un universo amplio de miradas y de diversidades, que nos encuentran entre gentes y sensibilidades y a su vez van resignificando todas aquellas cosas desde lo sencillo, que se van creando y haciendo en las cotidianidades y en las infinitas posibilidades de los saberes creadores del pueblo.

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