La mañana tiene kanto de turpial y Los sonidos son espirales que acompañan la dulzura de la orquidea

lunes, 21 de noviembre de 2011

EL RITMO

Existen en torno a este elemento de la música muchos conceptos, del ritmo se puede decir que es el ordenamiento o la manera de como se organizan o distribuyen los sonidos, las pausas y los acentos en un tiempo y espacio definidos, haciendo que se generen secuencias regulares o irregulares de patrones rítmicos en un pulso dado en donde se evidencian duraciones sonoras, gracias a esto los géneros musicales se caracterizan por una forma que los diferencian unos de otros, la diversidad musical surge además de la combinación de los sonidos, de la identidad o el espíritu que les asigna el ritmo, lo cual expresa claramente la cultura de los pueblos y la subjetividad colectiva que se corresponde a un contexto, una geografía, unas creencias, una idiosincrasia y una convivencia diaria.

El Ritmo genera una percepción auditiva como consecuencia de una sucesión espontánea o preparada de ondas o figuras sonoras que se repiten en periodos regulares de tiempo, siendo desde esta perspectiva un elemento físico que se puede definir como frecuencia. Cuando sentimos el ritmo estamos en presencia de movimiento, lo cual también tiene formas de representación simbólica a través del baile, la danza y el ritual, de allí que en la diversidad cultural existan diferentes expresiones o manifestaciones de la celebración, de la fiesta y del encuentro colectivo, que se llenan de colorido de acuerdo a la época del año y al motivo social o cosmogónico de la comunidad.

Incluso como el ritmo es una frecuencia, las partículas que vibran o están influenciadas por él dibujan formas sobre superficies solidas, sobre el aire o el agua, y así como una persona o ser viviente puede sentirse bien con un tipo de frecuencias, que ayudan en el estado anímico, psíquico y corporal siendo la base de lo que se conoce como “musicoterapia”, otras frecuencias pueden ser perjudiciales para el organismo, la regeneración de los tejidos y hasta crear estados depresivos que afectan la salud. Esta correspondencia entre la frecuencia, el ritmo y la persona también varía y tiene que ver con la diversidad, ya que existen organismos distintos, metabolismos distintos, es muy probable que una frecuencia sea completamente familiar, natural y acorde con el espíritu, el temperamento o el carácter de una persona, pero a la vez no tan agradable o vinculada a la esencia de otros seres vivos, ya que cada expresión de vida es diferente y alberga de forma natural una frecuencia distinta, cada organismo o ecosistema responde por consiguiente a un tipo de frecuencia, que le permite realizar sus actividades y manifestarse a plenitud.

Un claro ejemplo de como se perciben diferentes ritmos se puede notar en los idiomas y en los lenguajes, la forma en la cual los pueblos organizan las palabras y las comunican a través de la escritura y la oralidad nos muestran la inmensa diversidad cultural que produce los ritmos, cuando conversamos en alguno de los idiomas de los 3.000 o 4.500 idiomas (o más) que actualmente utiliza la humanidad, estamos hablando en el ritmo que permiten la organización de las palabras como sonidos, dándoles las pausas, los acentos y las duraciones para comunicarnos y darnos a entender.

La madre tierra como planeta tiene a su vez procesos biológicos, cíclicos y regenerativos en la cual se suceden las estaciones del año en el hemisferio norte, por la cual también en su relación cósmica podemos notar los solsticios y equinoccios, se suceden periodos de lluvia y de sequía en el sur, las plantas tienen momentos de mayor crecimiento de acuerdo al calendario lunar, suben y bajan las mareas, existe una frecuencia de rotación y traslación, y todo se interrelaciona con un reloj o energía magnética que actúa de forma natural sin la necesidad de la intervención humana.

En la historia reciente en comparación con la vida del planeta y el surgimiento de la atmósfera que hizo posible el desarrollo de la vida en la tierra (hace millones de años), la vida de los conglomerados y grupos humanos llevados por la industrialización y la invención de grandes ciudades, ha hecho que las poblaciones urbanas interactúen con un ritmo caótico artificial que se desvincula de los equilibrios medio-ambientales, transgrediendo los ciclos y los periodos (frecuencias) que responden al surgimiento y el mantenimiento de la vida, lo cual ha sido suplantado o desplazado por el ritmo de la angustia, el stress, el apuro, el colapso, la inconvivencia, la crisis y la muerte. Esa realidad genera por consiguiente un estado de enfermedad social, un estado de desequilibrios sociales y psicológicos que produce delincuencia, criminalidad, robo, guerras, hambre y pobreza.

El ritmo que se ha establecido en base al cosmopolitismo y la cultura urbana es uno de los factores principales que transgrede los ecosistemas, contamina en su expansión civilizatoria, y además establece un desarrollo que en la mayoría de los casos no es sustentable ni sostenible en el tiempo, ya que se basa en una economía extractiva de los “recursos naturales”, los cuales son limitados y que por consiguiente se han destruido lagos, mares y montañas enteras.