La mañana tiene kanto de turpial y Los sonidos son espirales que acompañan la dulzura de la orquidea

domingo, 27 de febrero de 2011

¿QUE TAL SI EN VEZ DE HABLAR SOLAMENTE DE MÚSICA, O DE MUSICOS, O MÁS ESPECIFICAMENTE DE LA CARRERA MUSICAL, HABLAMOS DE COMUNICADORES SOCIALES?

Alejo R. Siso

13-2-2011

Este tiempo histórico nos obliga a replantear las practicas, así como los métodos, las concepciones y enfoques de lo que hacemos cotidianamente, durante el siglo XX se crearon una multitud de especializaciones para maximizar la subdivisión de la sociedad, de esta forma se garantizaba la mano de obra para la industria y los diferentes mercados de trabajo, nada más ajeno que sugiere limitar las potencialidades y las capacidades humanas, para convertir a las personas y a los individuos, en seres profundamente dependientes de la tecnología y de los inventos superfluos que se suceden en su feria de productos y ofertas de la compra-venta interminable.

A la música la postmodernidad la metió en un frasquito y la vendió al mayor, con ingredientes para todos los gustos, de allí que se consuman por igual lo popular, lo académico, y que se utilicen para exhibir y para que las nuevas generaciones, deacuerdo a los moldes dados, elijan en cual frasquito meterse, unos se llaman Rock, otros Jazz, Miles Davis, otros Beethoven, otros Yandel, sin que las personas puedan siquiera pensarse asi mismas, porque existe de por medio demasiados elementos distractores, que contribuyen a una inmenza confusión e ignorancia, entonces la gente piensa aparentemente que todo esta hecho, y por lo tanto no queda otra alternativa que copiar e imitar, siendo esto un conformismo mezclado con comodidad inducida, y la actitud ciega de consumir lo primero que te dan, sin ningún criterio, sin ninguna reflexión, sino más bien dejándose llevar por las vicisitudes, o mejor dicho por la oferta y por quienes les interesa que tu consumas, compres y te enfermes, cuando el fin de la ambición del dinero justifica sus medios.

La Música no nace huérfana, no nace separada o desvinculada del hecho social, la música surge del hecho colectivo e histórico, de las vivencias y del pensamiento que emana de lo colectivo, al contrario de esto, los artistas que sirven para el culto a su personalidad, las empresas culturales y los empresarios del hecho cultural, convierten lo que ha surgido unas veces por la interacción social de la gente y de los pueblos, y en otras oportunidades como producto de la manipulación tecnológica creada en laboratorios, todo lo convierten en frasquitos musicales con etiquetas de autores, especialistas, expertos, como si el hecho musical en si mismo les perteneciera, cuando todos sabemos que es patrimonio de los pueblos y no de las individualidades.

Existe ahora un nuevo elemento, los recientes frasquitos musicales que inventan en laboratorios los empresarios de los sonidos y de las emociones, tales como el Reegae ton, la music tecno, y otros tantos, que configuran nuevamente unos ingredientes neocoloniales, lo mismo que sucedió con un Con flei, un Nestí o un Tan o Culei, están precedidas de una intensa campaña mediática y lavado de cerebro para que la gente lo asuma o lo asimile como “cuestión de gusto”, legitimando de esta forma, por inocencia e ignorancia toda una estrategia direccionada y planificada por publicistas, psicólogos y gerentes de venta, que sirven al concepto y a la imposición del libre mercado.

¿Como es eso de vender lo que es de un Pueblo?¿Como es eso de vender lo que pertenece a lo colectivo y se lo atribuyen intelectuales, artistas como si fueran exclusivamente de ellos?

El problema esta en que queremos justificar siempre los errores en vez de admitirlos y obrar de otra forma, queremos mercadear y comerciar con la cultura, que es como pretender convertir el mar en frasquitos para venderlos en el supermercado como agua de mar. El otro problema está en que por querer justificar un sistema nacional de orquestas, el músico transcurre su vida imitando lo que no es, el músico en vez de ensayarse como expresión de vida, de existencia, como persona, transita casi toda su vida recibiendo un sueldo a cambio de su propia negación, porque en realidad no aporta nada o casi nada a la sociedad porque se ocupa solamente de copiar y repetir lo mismo que hicieron otros en cuanto a la creación artística, y no solamente eso, sino que además su practica como instrumentista, interprete o imitador, no da respuestas ni soluciones a lo porvenir, sino que responde a los requisitos de un modelo social que esta en crisis.

Existe un Colonialismo intelectual que perdura en el concepto de las “bellas artes”, y otra variante en el ámbito “popular”, en donde quieren unos que les lleven cultura en frasquitos populares, y otros en frasquitos importados.

Desde el feudalismo, el Renacimiento Europeo, el barroco, el Clasicismo y el Romanticismo, impresionismo, atonalismo, la música contemporánea, y sus multiples músicos que compusieron bajo esos estilos y estéticas, lo hicieron esperando reconocimiento, aplausos, premios, concursos y aclamaciones de todas las elites habidas y por haber, lograron avances técnicos-compositivos que respondían a esos moldes en perjuicio incluso del alma de la música popular europea, y todo ese repertorio, posteriormente, lo han utilizado las burguesías y las elites culturales para imponer un neocolonialismo cultural tanto en sus ámbitos como en los ajenos, porque no solamente impide el libre pensamiento entre los pueblos europeos, sino que también bajo esa hegemonía, impuesta como consumo y repertorio “universal” de la música, hace que generaciones enteras pierdan buena parte de sus vidas repitiendo eternamente lo que otros hicieron en tiempos pasados, en otros contextos y realidades, que no son los actuales, ni pertenecen al tiempo histórico que estamos viviendo.

Eso es como que si una persona del siglo XXI estuviera en el siglo XVIII, hay que diferenciar claramente dos cosas: una de ellas es conocer qué sucedió en otras épocas, y otra muy distinta es actuar deacuerdo a lo que vivimos hoy en día, en un territorio en específico, con unas particularidades específicas. El mayor absurdo es aquel de pretender o seguir estableciendo grupos musicales, de artistas y de orquestas, en la cual se siga visualizando el “arte” y la cultura como frasquitos del siglo 17 o frasquitos del siglo 21, separados y desvinculados del hecho social que genera todo movimiento creador y transformador, y no alreves, que es lo que ocurre: expresiones culturales sacados con pinzas de lo social y comercializados como un vulgar perol, comercializados miserablemente como todas las cosas en el capitalismo. Y más allá de eso, traspolados e impuestos a otras sociedades, como es el caso de la “música académica” y todos sus personajes, invadiendo y desplazando, al igual que ocurre con los nuevos moldes musicales que se disfunden por la radio, la televisión y el internet, como nuevos elementos de neocolonización y transculturización masiva.

¿Cómo superar y romper con la lógica de quienes se aprovechan, se promocionan y se exportan y se exhiben como frasquitos de “cultura” para todos los gustos y consumo estrafalario, trivial o artificial?

La Cultura es una forma de vida, de convivencia, de principios, que va más allá de un “ministerio para la cultura” o de agrupaciones “culturales”, y esta conceptualización de la cultura como una practica total de lo que es una persona, un colectivo o un pueblo, esta íntimamente interrelacionada con la educación. Dentro de la cultura se desarrollan todas las practicas cotidianas: cómo sembramos, cómo nos divertimos y recreamos, cómo estudiamos, cómo nos alimentamos, cómo hacemos cosas para vestirnos, cómo entendemos y respetamos las diversidades existentes, cómo nos hacemos nuestras casas, cómo nos trasladamos de un lugar a otro, cómo cantamos, cómo comunicamos, cómo hablamos…

El otro aspecto fundamental es ya no seguir visualizándonos solamente como “artistas”, o “cultores”, sino ir más de allá de eso, ser COMUNICADORES SOCIALES, vernos como comunicadores sociales, comunicadores populares, en donde todas estas técnicas de la pintura, la música, el baile la escultura y el teatro, todas esas técnicas que se usan para crear lo que llaman unos “artesanías”, sean transformadas como medios, para COMUNICAR el necesario mensaje de este tiempo, para COMUNICAR la otra cultura, el otro concepto, para COMUNICAR otras formas de ser, de sentir, de percibir, para COMUNICAR lo que nos transforme en algo distinto a lo que piensan y lo que planifican las elites, es allí donde el hacer “artístico” o musical no es el fin por si mismo, sino el medio.

Entonces el “artista” pasaría a ser un educador, un comunicador social, un maestro formador de la conciencia, un maestro de la formación socio-política en los ámbitos cotidianos en donde estuviera.

Vernos, visualizarnos y experimentarnos como comunicadores sociales y como maestros, sería una de las alternativas posibles para lograr una ruptura con el colonialismo intelectual de las “bellas artes” y todos sus mecanismos de dependencia: museos, galerías, salas, conciertos, concursos, que son los elementos que obstaculizan una verdadera Revolución Cultural y que legitiman las estructuras constituidas, que no nos sirven como pueblo, para pensarnos y para construirnos de otra manera.

El músico como comunicador social, y la música como medio para ejercer la comunicación social, sería una posibilidad que le daría la responsabilidad de crear y de hacer música enfocando y desarrollando los aportes, las invenciones y las sonoridades desde los Principios Sociales, dando lugar asi a una creación más libre y emancipadora, tanto del “artista” como de la sociedad y de la comunidad en general.

(Ya estaríamos hablando de Comunicación Social-mención música, por solo colocar un ejemplo, una propuesta interesante, y acorde con lo que necesitamos, en vista de una feroz campaña mediática de la contrarrevolución, y una implacable transculturización que nos bombardea todos los días por la calle, por la radio y la televisión).

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