La mañana tiene kanto de turpial y Los sonidos son espirales que acompañan la dulzura de la orquidea

jueves, 1 de julio de 2010

El asombro, hablando del desfile del 19 de abril

El asombro, hablando del desfile del 19 de abril ¿Cómo contar con los pueblos si se desprecia su cultura?

Por: Omar Orozco Fecha de publicación: 05/05/10
(Articulo consultado de Aporrea.org)

¡Qué doble decepción para algunos que no pudieron ver por ningún lado lo que ellos sólo consideran cultura: el hip-hop, ska, reggae, reggaetón y rock! Además de la decepción hubo asombro por parte de los televidentes –muchos de ellos “cuadros de la revolución”–, debido a la gran cantidad de público presente. Quedaron anonadados al estar por primera vez ante un desfile de expresiones populares, sus ojos se llenaron de tamunangue, San Juan, Diablos, mare mare, San Pedro, calipso, joropo, entre otros.

Vergüenza da que algunos que se consideran revolucionarios anticapitalistas y antiimperialistas desconozcan la cultura nacional, la cultura del país, la cultura popular y por ende la cultura del pueblo. Así como Allende dijo un día en México: “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, yo digo ahora: ser revolucionario antiimperialista y desconocer y no defender su cultura es una contradicción hasta biológica. El que no conoce su propia cultura no tiene nada que defender. Con su asombro ante el desfile ponen en evidencia su ignorancia sobre su propia cultura. Los que trabajamos con la cultura popular tenemos mucho trabajo por delante, debemos comenzar por tratar de convertir eso que para muchos fue extraordinario en algo cotidiano, porque de allí viene nuestra cultura popular de lo cotidiano.

Esta situación, si se quiere es un poco comprensible para un espectador común, ya que los medios capitalistas se han encargado de inocular sistemáticamente la cultura foránea antes que la nuestra. Pero para un revolucionario y más aún para un comunicador social revolucionario no es perdonable este desconocimiento y menos si trabaja dentro del sistema nacional de medios públicos. Les puedo asegurar que para muchos de los “asombrados” es más familiar un hip-hop que los diablos de San Millán (ni siquiera sabrán dónde queda esta región) o quizás una salsa cantada por Héctor Lavoe que el baile de La Hamaca.

En variados programas, en su mayoría hecho por jóvenes, en nuestros medios de comunicación, se difunde poca música tradicional venezolana, ello bajo la justificación de que son “jóvenes” y que esa no es su música. No podemos seguir reforzando ese mito capitalista que dice que "los jóvenes tienen su música" y por eso sólo les gusta el rock y el reggaetón. Sugiero a los camaradas que cumplen ahora este rol en los medios que reflexionen sobre este tema, ya que para defender nuestra soberanía primero hay que defender nuestra cultura, como dice mi amigo Colombres: "No podemos contar con los pueblos si despreciamos su cultura". Yo agregaría, no podemos ser soberanos ni antiimperialistas sin conocer y valorar nuestra propia cultura. Ni tampoco podemos construir una patria socialista bajo la filosofía del desprecio de nuestra cultura como lo hace Abreu al afirmar que “la cultura para los pobres no puede ser una pobre cultura”.

Recuerdo que una vez le hice una crítica a un camarada de la radio porque no colocaba música venezolana y me dijo que él sí lo hacía, que él ponía ska, rock, salsa, hip-hop, etc., interpretada por músicos venezolanos. Yo le dije que eso era música extranjera tocada por venezolanos porque, por ejemplo, la música de Mozart o de Chopin tocada por venezolanos no la convierte en venezolana. Aquí hay otro mito colonialista, aquel que insta a aprender a interpretar la llamada música clásica, académica, sinfónica o universal, pues esto es garantía inapelable para que niños y jóvenes se sensibilicen y se alejen de las drogas y la delincuencia. Si eso fuera cierto, en la cuna de esta música –Alemania, Francia, Inglaterra– donde se enseña y difunde vastamente, los niños y jóvenes fueran los más sanos y pacíficos del planeta.

Para concluir, no creo que ni el rock, el hip-hop, el reggae, el ska, la salsa, (la llamada “música de los jóvenes”), ni la música sinfónica (la llamada música “culta”), deban usarse como bandera para la construcción de una sociedad socialista en cuanto a valores de soberanía e independencia. Completando la frase con la que abrimos esta reflexión podemos resumir, citando al mismo Colombres, que “la cultura popular es, o debería ser, la verdadera cultura nacional. Frente a la cultura nacional y popular se suele poner a la cultura universal, (…) que es prácticamente la cultura de los dominantes en la esfera internacional, universalizada con pretensiones de dominio, con miras a suprimir las raíces de la diversidad. Siempre es bueno que el hombre conozca otras culturas y no sólo superficialmente. Pero antes debe conocer bien la propia, consolidarla en su interior, hasta que opere como resorte protector. Como punto inalienable de mira. Recién entonces estará en condiciones de transitar por el mundo sin peligro”.

La idea no es estar en total desacuerdo con la mal llamada “música de los jóvenes” ni con la “música culta”, lo en lo que sí considero que debemos estar claros los revolucionarios, es que en este proceso hay un apoyo político y económico desigual con relación a la cultura popular porque actuamos, en general, como diría Eduardo Galeano “como si el pueblo fuera mudo, aunque hagamos todo lo posible para que no sea sordo”.

No basta sólo con tener pie y mano izquierda, ni con sólo ser irreverente, demos tener conciencia y corazón revolucionarios, ser irreverentes dentro de la revolución, ser irreverentes revolucionarios, no como esos irreverentes capitalistas convertidos en rebeldes sin causa, trampa del capitalismo que desprestigia, desvaloriza y banaliza la rebeldía con estereotipos a lo James Dean.

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